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Mientras Leías

Loco

Había llegado al psiquiátrico hacía un par de semanas. Era un chico muy poco sociable. Se pasaba todo el tiempo metido en sus novelas, con el disk-man puesto y los ojos ausentes, rojos por el cansancio, ya que se pasaba la noche leyendo.

Le gustaba pasear por el jardín. Caminaba despacio, sin prisas. "Ya he tenido suficiente prisa hasta ahora, creo que tengo derecho a tomarme mi tiempo en lo que me queda de vida".

Nunca se le veía sin su zurrón. Allí siempre llevaba lo mismo (los médicos habían opinado que el contenido no podía resultar peligroso ni para él ni para ninguno de los otros internados): un libro de Saramago, una libreta vieja llena de escritos, tres disquetes de ordenador, un boli y un lápiz subrayador de color verde.

Y de vez en cuando, se sentaba bajo una encina y sacaba la libreta y el bolígrafo. Era sólo en estos momentos, llenándosele de paz y tranquilidad su rostro, cuando podía llorar tranquilamente.

(Escrito por oroD)

3 comentarios

Ángel Gonález García -

Escribir debajo de las encinas tiene peligro. Sentarse a la sombra de los árboles que dibujan líneas, también.

esther -

todos somos unos locos bajitos que se incorporan a la vida... llorar es sólo el principio.

Amanda -

:)