Blogia
Mientras Leías

cuentos

Afirma Pereira

Necessitava conseguir una enquardernació per a un treball. Sempre vaig a una paperreria d'un amic de mon pare.(Encara que l'home no sap qui sóc jo.)Mentre,li explicava al xic què hi volia, l'home s'acosta al mostrador per a retirar uns papers que hi havia.
No se'n va, i s'hi queda mirant-me, una vegada atés em comenta que afirma pereira es un buen libro, no sé si s'ha adonat que el titol en castellà és sostiene pereira, però sí què sap que Tabuchi tiene cosas interesantes i que entre tanta mierda como hay ahora(...),li done la raó, estamos sobrados de mierda.

(Néstor)

Después...

Pasadas ya las navidades, aquel ser extraño comenzó de nuevo a vivir...

oroD

The Drunk

Hoy he vivido una escena, sí no desagradable, enternecedora. Había quedado con Delia para llevarlas a la biblioteca, a su hermana, Silvia, y a ella. Llegaba tarde, pues no había conseguido levantarme a tiempo, naughty boy. Por la acera dónde están los pisos de protección oficial que tenían que haber llenado el barrio de drogas y delincuentes, bajaban dos niños con su abuelo. Me llamaron la atención dos cosas:

1. La gordura de la niña que, a pesar de sus 6 años. Llevaba un vestido beis como de mujer, muy mono el vestido, por cierto.

2. El chaval, de unos 8 años, iba fumando, eso sí, caminando muy erguido y con una chaqueta sacada de una peli yanqui de motoristas de las años 60.

Imagínate como les adelanté, azuzado por el hecho de que el supuesto abuelo permitiera fumar a un niño de tan pronta edad, además de por las prisas, claro. En esto, entra en escena el borracho del barrio, aunque la verdad, encontrarse al borracho, resulta cosa bastante fácil si transitas esa acera, entre las 10:00 y las 10:30. Andando como un zombi, stinking a vómito, le hace señas al chico y le pide una caladita. El niño sin miedo y sin prejuicio, le ofrece el cigarro.

Sabes, me ha parecido loable y envidiable que el chavalín decidiera obviar, la parte desagradable del borracho, ni que decir tiene todos los prejuicios sociales, y compartir con él su cigarro. Yo, he de reconocer avergonzado que, a pesar de no probado un pitillo, me dejaría llevar por los prejuicios y no sería capaz de compartirlo.

(Néstor)

Loco

Había llegado al psiquiátrico hacía un par de semanas. Era un chico muy poco sociable. Se pasaba todo el tiempo metido en sus novelas, con el disk-man puesto y los ojos ausentes, rojos por el cansancio, ya que se pasaba la noche leyendo.

Le gustaba pasear por el jardín. Caminaba despacio, sin prisas. "Ya he tenido suficiente prisa hasta ahora, creo que tengo derecho a tomarme mi tiempo en lo que me queda de vida".

Nunca se le veía sin su zurrón. Allí siempre llevaba lo mismo (los médicos habían opinado que el contenido no podía resultar peligroso ni para él ni para ninguno de los otros internados): un libro de Saramago, una libreta vieja llena de escritos, tres disquetes de ordenador, un boli y un lápiz subrayador de color verde.

Y de vez en cuando, se sentaba bajo una encina y sacaba la libreta y el bolígrafo. Era sólo en estos momentos, llenándosele de paz y tranquilidad su rostro, cuando podía llorar tranquilamente.

(Escrito por oroD)